La Palabra viva de Dios, que permanece para siempre
La Palabra de Dios, la Biblia, es algo muy especial. No es un libro común, sino el hablar vivo de Dios. Todo aquel que quiera conocer al Dios vivo, debe prestar atención a este libro. Sin venir a él, es imposible conocer a este Dios vivo. No pienses que la Palabra de Dios carece de importancia, también la palabra del hombre la tiene. Si yo quiero conocerte, tengo que hablar contigo. Sin que hablemos, no podremos llegar a conocernos. Si tú y yo, no nos hubiéramos sentado y hablado durante el almuerzo, nunca nos hubiéramos llegado a conocer. Naturalmente que hubiera recordado tu cara, porque te he visto con anterioridad. Pero si tú no te hubieras presentado y me hubieras dicho quién eres, de dónde vienes, cuántos años tienes, etc. si no hubieras abierto tu boca, nunca hubiera llegado a conocerte. Lo mismo sucede con Dios. Sin Su Palabra viva, nunca podrás conocerlo. La Biblia es el hablar de Dios a los hombres. Por lo tanto, si quieres conocer a Dios, debes venir a ella.
Los dos árboles en el jardín del Edén
¿Qué nos dice la Biblia acerca de la Palabra viva? Me gustaría empezar con Génesis 2:9. Aunque este versículo te sea familiar, no subestimes su signiê cado: “Y el SEÑOR Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.” (LBLA).
En el jardín del Edén hay dos árboles que destacan de entre los demás, y son mencionados especíê camente en dicho versículo. Uno es el árbol de la vida, ¡sed conscientes de la importancia de este árbol! Es un árbol muy especial llamado “árbol de la vida”. Dios puso al hombre en el jardín y quería que éste comiera del árbol de la vida. Pero, aquí también se menciona otro árbol; “el árbol del conocimiento del bien y del mal”, “Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17, LBLA).
Desde el inicio de la Biblia vemos un principio muy importante: El principio de la vida, representado por medio del árbol de la vida. Esto es algo crucial y que concierne al hombre. Después de que Dios creara a Adán, en el día sexto, vio que todo lo que había hecho era “bueno en gran manera” y en especial, al hombre (véase Génesis 1:31). Sin embargo la Palabra de Dios, nos enseña que faltaba una cosa: El hombre todavía necesitaba recibir la vida de Dios, dentro de sí. A esta vida, la Biblia la llama: la vida eterna. Así pues, al inicio de la Biblia, podemos ver este principio: El hombre tiene que recibir a Dios mismo como vida. Haciendo esto el hombre, no sólo estaría completo, sino que también sería regenerado, para ser hecho un hijo de Dios. Sin embargo, aquí vemos otro árbol contrapuesto al árbol de la vida mencionado anteriormente. Dado que estos dos árboles representan polos opuestos entre sí, llamaremos a este segundo árbol, el “árbol de la muerte”. Aunque la Biblia no lo llama el árbol de la muerte, sino “el árbol del conocimiento del bien y del mal”. El mero nombre de este árbol: “el árbol del conocimiento del bien y del mal”, nos deja entrever, que este árbol no muestra lo que realmente es, sencillamente: ¡Muerte! La muerte se esconde bajo otro nombre; este nombre es “conocimiento del bien y del mal” ¿Es este conocimiento, bueno o malo? Tener el conocimiento de lo que está bien y está mal parece algo positivo. No creo que nadie pueda negar esto. Pero Dios advirtió claramente al hombre que no comiera de ese árbol, porque el día que de él comiese, ciertamente moriría (Génesis 2:17, LBLA). Esto quiere decir que, si comes de éste árbol el resultado será: ¡La Muerte!