Espero que desarrolléis una nueva conciencia sobre el concepto de comer. En lo más recóndito de tú ser tienes algo mucho más profundo que tu mente: Es tu espíritu humano, y debes aprender a utilizarlo. Si sólo usas tu mente para estudiar la Biblia, esto no te dará vida, porque es el Espíritu del Señor el que da la vida.
Hermanos y hermanas jóvenes, debéis daros cuenta de que el hombre fue creado de una manera maravillosa. No sólo tenéis un cuerpo y un alma, sino que, en lo más profundo de vuestro ser, tenéis un espíritu. Esto es muy importante. Si no sabes cómo usar tu espíritu y no tienes el deseo de usarlo, si sólo vienes a la Palabra con tu mente, entonces sólo buscarás conocimiento y tratarás de averiguar lo que los diferentes libros dicen sobre la Biblia.
Para la ciencia, para la biología y para todos los grados escolares, sí, definitivamente necesitas tu mente. Pero para los asuntos espirituales y la vida, debes aprender a usar tu espíritu, y no sólo tu mente.
¿A dónde va la comida que ingieres? Esta noche hemos cenado pescado, ¿Ha ido este, a tu cabeza? Cuando estudias sobre el pescado, eso, sí que va a parar a tu cabeza, pero no satisface el hambre en tu estómago, ni suministra energía a tu cuerpo; más cuando comes pescado, éste ha de entrar en tu estómago para fortalecerte. De igual manera cuando estudias la Biblia, esta se almacena en tu mente, más si comes la Palabra, ésta entra en tu espíritu y ¡recibes vida!
Conozco casos de creyentes en Europa, que empezaron los estudios de teología, pero después de varios años de estudio se volvieron ateos. ¿Por qué? ¡Porque sólo estudiaban y analizaban la Palabra con la mente! Fueron entrenados para cuestionarlo todo: “¿Qué es esto y qué es aquello? ¿Caminó realmente Jesús sobre el mar? ¿Cómo podía ser esto posible? ¿Cómo pueden resucitar los muertos?” ¿Cuál es el resultado de estos estudios y análisis? El Señor ya lo advirtió: Si comes del árbol del conocimiento, ¡ciertamente morirás! Pero si simplemente comes y disfrutas del alimento espiritual, la Palabra entra en tu espíritu como alimento para fortalecer todo tu ser. Esta es la forma de recibir vida.
Inmediatamente después, Juan 6:66-67 dice: “Desde entonces muchos de Sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?” (RV60). Con otras palabras, el Señor les estaba diciendo: “¿Por qué seguís aquí? Todos se han ido. ¿Qué estáis haciendo aquí?” ¿Por qué les hizo el Señor esta pregunta? Porque el Señor quería oír a Pedro decir estas palabras: “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (v. 68, RV60). Muchos se fueron porque sólo querían ver los milagros que hacía el Señor. Sólo querían escuchar Sus predicaciones y enseñanzas…, ¡sólo Sus discípulos más cercanos habían tocado realmente Sus palabras de vida!
Juan 3 habla de nacer de nuevo. Nacer de nuevo es una cuestión de la vida. Pero si acabas de nacer de nuevo y no aprendes a nutrir la vida eterna en tu espíritu, ¿cómo puede crecer tu vida espiritual? Nuevamente, este asunto nos remite al árbol de la vida de Génesis 2. Sencillamente, el tema de la alimentación es muy importante.