En el último artículo, hemos examinado las cuatro primeras etapas de la perfección: Virtud, Conocimiento, Dominio Propio y Perseverancia. Pero hay tres etapas más que debemos tomar para alcanzar la perfección como cristianos.
Expresión divina
A la perseverancia hay que añadir la expresión divina (o: divinidad). Como hemos visto, ganamos perseverancia cuando sufrimos y pasamos por tribulaciones por causa de Cristo. ¿Pero nos regocijamos cuando pasamos por toda clase de pruebas? (véase Santiago 1:2). Muchos cristianos se vuelven duros y amargados, cuando afrontan tribulaciones. No se aprecia ninguna expresión divina. Job pasó por muchos sufrimientos, pero al final Dios fue expresado. Exactamente ese es el significado de „divinidad“, pues dice:
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto por los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.
(1 Timoteo 3:16)
Cuando Dios se manifiesta en carne, entonces hay expresión divina. Esta expresión es visible incluso cuando no hay nadie y nadie nos ve. Aquí dice: Visto por los ángeles. Los ángeles siempre nos ven, y no se les puede engañar. Cuando añadimos expresión divina a la perseverancia, esa divinidad es real y no una mera apariencia de piedad (véase 2Ti. 3:5). Tal expresión divina es „creída en el mundo“ porque es genuina (auténtica) y atrae a las personas que buscan.
Amor fraternal
A la expresión divina aún hay que añadir el amor fraternal. ¿Por qué? Porque si nos quedamos sólo con la expresión divina, a menudo no tendremos corazón para los hermanos. Somos tan „justos“ que nos volvemos inaccesibles para los hermanos y hermanas. Por ejemplo, Hebreos 12:28-29 nos da una poderosa expresión divina del monte Sion, que es inconmovible – lleno de temor y como un fuego consumidor. Sin embargo, el siguiente versículo dice:
Permanezca el amor fraternal.
(Hebreos 13:1)
Cuando la expresión divina es tan fuerte, tendemos a olvidar el amor fraternal. Por ejemplo, si un hermano comete incluso un pequeño error, ya no podemos soportarlo. Somos para él como un „fuego consumidor“. Pero cuando añadimos el amor fraternal, tenemos un corazón para los hermanos. El Señor Jesús era perfectamente justo y lleno de divinidad, pero aceptó y amó a los discípulos a pesar de que cometieron muchos errores. Por otra parte, el amor fraternal tiene la base de la divinidad. Si amamos a los hermanos, pero no tenemos justicia ni luz, nuestro amor está corrompido. Juan dice:
El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.
1Juan 2:10
La luz y el amor van juntos. El amor sin luz está corrompido. La luz sin amor trae condenación. Cuando añadimos el amor fraternal a la piedad, entonces la iglesia se vuelve gloriosa, porque nuestra meta es la iglesia en Filadelfia – la iglesia del amor fraternal. A tal iglesia el Señor también le testificará que la ama (véase Apocalipsis 3:9).
El amor
Al amor fraternal hay que añadir aún el amor. A menudo sigue siendo bastante fácil amar a los hermanos. Jesús dijo: Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? (Véase Mt. 5:46). ¿Qué pasa con nuestro amor fraternal cuando somos mal entendidos o incluso ofendidos por los hermanos? ¿Los seguimos amando o entonces los evitamos? Jesús fue más allá y dijo:
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
Mateo 5:44
Poco antes de Su muerte, Jesús lavó los pies a Sus discípulos, manifestando de esta forma Su amor al máximo hacia ellos (véase Jn. 13:1). Incluso le lavó los pies a Judas. Jesús incluso le mostró el amor de Dios a él. Al final, Jesús oró por los que le golpearon en la cruz e incluso le crucificaron. ¡Qué amor! Si queremos alcanzar la plena madurez, también necesitamos este amor. ¿Cómo sabemos que hemos alcanzado esta etapa? Juan menciona algunas evidencias:
Pero el que guarda Su Palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en Él.
1Juan 2:5
El amor de Dios se perfecciona en nosotros cuando guardamos, las palabras de Dios, es decir, las llevamos a cabo. El amor fraternal y el amor también van juntos:
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
1Juan 4:20
Por desgracia, hay muchos cristianos que dicen amar a Dios, pero cuando se encuentran con ciertos hermanos, les dan de lado e incluso los odian. Tales cristianos son mentirosos. Guardar los mandamientos es también una prueba del amor de Dios:
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos Sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos.
1Juan 5:2-3
Algunos cristianos piensan que ya no es necesario guardar los mandamientos de Dios, porque pertenecen a la Antiguo Pacto. ¡Menudo error! Juan nos está diciendo aquí muy claramente, que guardar los mandamientos de Dios en realidad demuestra el amor de Dios. ¡Que todos lleguemos a la plena madurez!