¿Para qué nos reunimos los cristianos? ¿Qué aspecto tiene nuestra unión? ¿Qué contiene las reuniones de los creyentes?
La mayoría de los cristianos son conscientes de que es muy importante reunirse con regularidad – por eso hay congregaciones e iglesias a montones. Sin embargo pocos cristianos se preguntan: ¿Cómo debería ser nuestra reunión? Y de los que se hacen esta pregunta, desgraciadamente no muchos indagan en la Palabra de Dios. Hoy queremos plantearnos seriamente esta pregunta: ¿cómo concibe Dios la reunión de los creyentes?
Necesitamos toda la Biblia
Toda la Biblia es la Palabra de Dios. Necesitamos desde el primer libro de Moisés hasta el Apocalipsis para conocer la voluntad de Dios. Por ejemplo, no basta con basarse únicamente en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento y el Antiguo forman una maravillosa unidad que se incluyen mutuamente.
Lo que cuenta para Dios es el fruto
A lo largo de toda la Biblia vemos que: Dios quiere que Su pueblo le traiga los mejores frutos. En el Antiguo Pacto, Dios le dio al pueblo de Israel una buena tierra. Debían cultivarla y ofrecer al Señor lo mejor del producto en cada época de cosecha.
„Cuando hayas entrado en la tierra que el SEÑOR tu Dios
te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites,
entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que
sacares de la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, y las
pondrás en una canasta, e irás al lugar que el SEÑOR tu
Dios escogiere para hacer habitar allí Su Nombre. Y ahora,
he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me
diste, oh SEÑOR. Y lo dejarás delante del SEÑOR tu Dios, y
adorarás delante del SEÑOR tu Dios.“
(Deuteronomio 26:1-2, 10)
También en el Nuevo Pacto, el Señor nos ha destinado para que llevemos fruto. Pero hoy, sin embargo, el fruto ya no son los cereales del campo.
… os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca;
(Juan 15:16)
¿Cuál es el fruto en el Nuevo Pacto?
El fruto es el cambio que Cristo ha obrado en nosotros. Todos somos personas caídas, incluso como cristianos. Tratamos mal a nuestros semejantes, somos testarudos e infieles. De ahí que, necesitemos mucha transformación. El Señor tiene que cambiarnos, para que lleguemos a ser aquellos que seamos semejantes a Él. Cada transformación realizada por el Señor es un fruto. La Biblia también llama a esto un sacrificio espiritual.
¿Cómo surge el fruto?
El fruto espiritual proviene de las situaciones en las que nos pone el Señor. En el trabajo, en la escuela o en casa, surgen muchos incidentes en los que podemos ganar a Cristo. Todo es una oportunidad para ser transformados y llevar fruto. Dios quiere que le ofrezcamos este fruto para gloria y adoración.
En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así Mis discípulos.
(Juan 15:8)
No sólo testimonios, sino fruto
Muchos cristianos han reconocido la importancia de tener testimonios en la reunión o en el servicio de adoración. Muy a menudo, los testimonios son eventos en la vida de una persona en los que Dios ha obrado. Los testimonios son maravillosos y glorifican a Dios. ¿Pero los testimonios son un fruto? Lamentablemente tenemos que decir: no en la mayoría de los casos. La mayoría de los testimonios expresan lo que Dios ha hecho externamente por el hombre, pero no el cambio interior del hombre.
Aprender a ofrecer frutos a Dios – Separando la paja del trigo
Para Dios no cuentan las historias. Lo que cuenta para Dios es el fruto. No traigas sólo una historia a la reunión. Pregúntate: ¿Qué fruto ha obrado Dios en mí en esa situación?
Cuando nos reunimos, es para ofrecer el mejor fruto a Dios. Queremos aprender a separar el grano de la paja. Aunque la paja es necesaria para el crecimiento del trigo, sin embargo al final nadie se come la paja.
La paja muestra la historia a través de la cual surgió el fruto. El trigo, en cambio, es el fruto producido por Cristo. Aprendamos, a no llevar a la reunión de la fiesta, la paja, es decir, las historias, sino más bien traer el fruto.
Su aventador está en Su mano, y limpiará Su era; y recogerá Su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
(Mateo 3:12)