El aceite de la Unción desciende desde la cabeza

El aceite de la Unción se vierte sobre la cabeza de reyes y sacerdotes

En las Sagradas Escrituras, el aceite santo de la Unción se utilizaba siempre para ungir a reyes y sacerdotes, a fin de habilitarlos en su cargo. Para ello, se vertía el aceite sobre la cabeza, como hizo, por ejemplo, Samuel cuando ungió a Saúl como rey «Tomó entonces Samuel el frasco de aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl, le besó y le dijo: el SEÑOR te unge príncipe sobre Su heredad.» (1 Samuel 10:1). El rey David también fue ungido de la misma manera, pues él mismo dice: «… unges mi cabeza con aceite; …» (Salmo 23:5). Pero no sólo los reyes, sino también los sacerdotes eran consagrados de la misma manera para su ministerio sagrado. La orden de Dios en la consagración de Aarón es clara:

«Luego tomarás el aceite de la Unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y lo ungirás» (Éxodo 29:7).

Los hijos de Aarón también fueron ungidos para servir a Dios como sacerdotes:

«Y vestirás con ellos a tu hermano Aarón y a sus hijos con él; y los ungirás y ordenarás y consagrarás para que me sirvan como sacerdotes» (Éxodo 28:41).

Un principio importante del aceite de la Unción es que se vierte sobre la cabeza y luego desciende desde arriba hacia abajo. Incluso Jacob, mucho antes del tiempo de Moisés, ungió la piedra que había puesto «bajo su cabeza» «Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal y derramó aceite por encima» (Génesis 28:18). Mucho más tarde, David escribió sobre la verdadera unidad entre hermanos. ¿De dónde procede tal unidad? David dice:

«¡Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía! Es como el óleo (aceite) precioso sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, que desciende hasta el borde de sus vestiduras» (Salmo 133:1-2).

La verdadera unidad entre hermanos sólo existe cuando el aceite de la Unción fluye desde la cabeza de Aarón. ¡Sin la verdadera Cabeza no hay aceite de la Unción!

Jesucristo, la única Cabeza

Hoy, en el Nuevo Pacto, reconocemos exactamente el mismo principio. Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia, sí, incluso la Cabeza sobre todas las cosas. El aceite de la Unción fluye sólo de Él. Nadie puede compararse con esta Cabeza maravillosa. Dios lo confirmó ungiéndolo más que a todos los demás:

«Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual Te ungió Dios, el Dios Tuyo, con óleo (aceite) de alegría más que a Tus compañeros» (Hebreos 1:9).

Jesucristo ha sido ungido «por encima de sus compañeros». Como Sumo Sacerdote, Él solo es dado como Cabeza sobre todo a la iglesia. ¡Nosotros, los hermanos, sólo somos Sus compañeros! Recibimos parte del aceite de la Unción cuando le permitimos a Él ser la Cabeza. Si en la práctica, Él no es nuestra Cabeza, entonces tampoco fluirá sobre nosotros el aceite de la Unción. Recordad que: el aceite de la Unción fluye desde la cabeza de Aarón hasta su barba y hasta el borde de sus vestiduras. Cristo está arriba, todos estamos debajo de Él. ¡Ay si alguno de los hermanos quisiera reemplazar la Cabeza de Cristo en la iglesia! ¿Quieres ser tú quien decida todo en la iglesia? ¿Tienes que estar informado de todos los acontecimientos que se llevan a cabo en la iglesia? ¿Eres tú quien decide quién es «digno» y quién no? Si es así, ¿no se sustituye así el ser la Cabeza de Cristo? Cortamos la verdadera Cabeza y la reemplazamos con otra cabeza. Una cosa es segura: ¡de esta manera no habrá parte del aceite de la santa Unción! Entonces tampoco habrá verdadero gozo en la iglesia, y mucho menos verdadera unidad.

Qué maravilloso es cuando todos nos humillamos bajo la Cabeza de Jesucristo, porque Él da Gracia a los humildes «… revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da Gracia a los humildes» (1 Pedro 5:5). El resultado será que los hermanos vivirán juntos en unidad y servirán juntos como sacerdotes.