Después de que Juan nos ha presentado al Señor Jesús como la Palabra de vida, no pierde tiempo en mostrarnos la primera prueba de la vida:
Este es el mensaje que hemos oído de Él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él.
1Juan 1:5
Si verdaderamente tenemos la vida de Dios en nosotros y vivimos de acuerdo a ella, se muestra en el hecho, de que andamos en luz, como Dios está en luz. Esta es la primera prueba de la vida. Si decimos que hemos comido del árbol de la vida, pero andamos mayormente en tinieblas, nos engañamos a nosotros mismos. Los que tienen vida, no tienen por qué esconderse de la luz.
Hijos de luz
Cuando Adán comió del árbol de la ciencia del bien y del mal, se escondió. No quería venir a la luz. Y lo mismo ocurre con nosotros: No sólo estábamos en tinieblas, sino que incluso éramos tinieblas:
Y la Palabra se hizo carne, y habitó (fijó tabernáculo) entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:14
Por eso, Juan también enfatiza en su Carta que no basta con tener vida. Más bien, debe ser expresada. Cuando realmente tenemos vida, ésta también se expresa.
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;
Efesios 5:8-11
Cuando nacimos de nuevo, recibimos la vida de Dios, y desde entonces, somos luz en el Señor. No sólo Dios es luz, sino que nosotros somos luz en Él. Si verdaderamente andamos en luz día tras día, esto se mostrará en el fruto de la luz. Por otro lado, aún existe la posibilidad de que nosotros los cristianos, tengamos comunión con las obras de las tinieblas. Al final, nos volvemos infructuosos, para la obra de Dios. Qué importante es que no nos escondamos de la luz, sino que nos expongamos a ella. Entonces habrá una forma de ser sanados.
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
1Juan 1:3
Tener comunión no significa hablar de la Biblia. No, más bien, comunión significa „participación“. ¡Queremos participar de la vida de Jesús! Cada vez que tenemos comunión con el Señor, participamos de Su vida. Entonces experimentamos un gozo completo:
Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo y nuestro gozo sea completo.
1Juan 1:4
Hijos del día
No sólo somos hijos de luz, sino también hijos del día:
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
1Tesalonicenses 5:4-5
Aquí tenemos que preguntarnos: ¿Cómo de „largo“ es nuestro día? ¿Y cuánto dura nuestra noche? En la creación de Dios ocurre exactamente lo mismo: En invierno, cuando no hay vida, la noche es larga y el día es corto. Pero en primavera, cuando la vida regresa de nuevo y todo empieza a florecer, el día se alarga y la noche se acorta. ¿En qué estado espiritual nos encontramos? ¿Qué es más largo el día o la noche? Sí, a veces nos damos cuenta de que todavía hay tinieblas en nosotros: Pensamientos tenebrosos, un rostro oscurecido, decaído como Caín (véase Génesis 4:5), pecado, etc. ¿Qué hacemos entonces? Pablo dice:
La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz.
Romanos 13:12
¡Desechad las obras de las tinieblas! Esta es una batalla, de ahí que, aquí se esté hablando de las Armas de Luz. Cuando nos vestimos con estas armas, nuestro día se alarga y la noche se acorta, hasta que amanece en pleno día:
Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día.
Proverbios 4:18
Ya no habrá más noche
Al final, la noche desaparece por completo. Y sólo queda el día. En el cielo nuevo y en la tierra nueva, en la Nueva Jerusalén, ya no necesitaremos más una fuente de luz natural. ¿Por qué?
Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 22:5
¡Qué maravilloso! Ya no habrá más noche. El Señor Dios nos iluminará. De hecho, hoy ya podemos hacer de esto nuestra oración: „Señor, ilumíname ya hoy. ¡Proclamo en fe que no habrá más noche!“ De esta manera, nos ponemos las armas de la luz y no damos lugar a las tinieblas.