«No os hagáis abominables por causa de ningún animal que se arrastra; y no os contaminéis con ellos para que no seáis inmundos. Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque Yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra.» (Levítico 11:43-44).
Dios es santo y quiere que nosotros, como Su pueblo, también seamos santos. Debemos corresponderle a Él en todo. Para que podamos distinguir claramente entre lo puro y lo impuro, el Señor nos da ejemplos de animales en Levítico 11. Cada uno de estos animales tiene características especiales – son para nosotros un ejemplo (en el caso de los animales puros) o una advertencia (en el caso de los animales impuros). Así nos muestra el Señor qué ejemplo debemos seguir y cuál no.
AVES PURAS
En Deuteronomio 14 se repite la ley sobre los animales puros e impuros. Para Dios es muy importante que prestemos atención a esta Palabra. Así se dice en Deuteronomio 14:11 sobre las aves puras: «Toda ave pura podéis comer».
Aquí no se enumeran exhaustivamente las aves que pertenecen a la especie pura, pero con sencillez, el Señor nos dice que: Toda ave pura podéis comer. Esto nos muestra que la pureza proviene de la sencillez hacia Cristo. En contraste, sigue una larga lista de 21 aves o especies de aves impuras. Esto nos permite reconocer que la impureza está asociada con la complejidad. Así dice Pablo: «Porque os celo con el celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que, como la serpiente engañó a Eva con su astucia, vuestros pensamientos sean corrompidos y se aparten de la sencillez y la pureza hacia Cristo.» (2 Corintios 11:2-3).
La serpiente corrompe nuestros pensamientos y así nos aleja de la sencillez y la pureza hacia Cristo. Pablo se enardecía con el celo de Dios e incluso temía que los corintios se alejaran de esta sencillez hacia Cristo.
La Paloma
La paloma es la única ave que se describe explícitamente como pura en las Escrituras. Así dijo el Señor Jesús: «Mirad, Yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes y sencillos como las palomas.» (Mateo 10:16).
La pureza de la Paloma
El Señor Jesús destaca como característica principal de la paloma que es sincera. Este estado afecta al corazón: no esconde nada ni tiene nada propio, sino que es completamente puro e indiviso hacia Cristo. Sin embargo, tenemos admitir que a menudo no reconocemos verdaderamente lo que hay en el corazón, ni en nosotros mismos ni en los demás. Sólo el Señor conoce y escudriña los corazones «Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón y pruebo las partes internas, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.» (Jeremías 17:10). Por tanto, es necesario que vayamos a Él para que escudriñe nuestro corazón «Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.» (Salmo 139:23-24).
Las palomas completamente blancas son muy poco frecuentes – en la naturaleza, existen menos del uno por ciento. ¡Seamos de los pocos que, con pureza y sinceridad, se centran completamente en Él!
Los ojos de la Paloma
En el Cantar de los Cantares, el esposo utiliza dos aspectos de la paloma para describir el carácter de su esposa: los ojos y la morada de la paloma. Como Esposa de Cristo, estos dos aspectos son muy importantes para nosotros, los cristianos.
«Cuán hermosa eres, amada mía, cuán hermosa eres. Tus ojos son como palomas.» (Cantares 1:15).
La Esposa tiene ojos como los de una paloma. Las palomas son muy fieles a su pareja – sólo tienen ojos para su pareja. Permanecen juntos hasta el final de sus vidas y no buscan otras parejas. Así mismo, la mirada de la Esposa está puesta solamente en su Esposo, y no sólo al principio de la relación, sino hasta el final. Ella no se deja disuadir por otros amantes. Del mismo modo, nosotros los cristianos también debemos mirar completamente al Señor y no coquetear con las cosas del mundo. Por ejemplo, si nos centramos tanto en nuestro trabajo y nuestra mirada se dirige intensamente hacia él, ¿seguimos teniendo ojos de paloma? El rey David tenía verdaderamente ojos de paloma, y podemos aprender de él: «Al SEÑOR he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme.» (Salmo 16:8).
La morada de la Paloma
«Paloma mía, en las hendiduras de la roca, en los escondrijos de la peña…» (Cantares 2:14).
La paloma vive en las hendiduras de las rocas, en el escondite de los salientes rocosos. Cristo es esa Roca «y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía; y la Roca era Cristo» (1 Corintios 10:4); «El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador» (Salmo 18:2a). En Él debemos morar. Morar significa tener una relación íntima y profunda con Él, no sólo una comunión ocasional. Aunque vengan muchas tormentas, la paloma permanece escondida en la hendidura de la roca. No se deja arrastrar hacia donde le espera la peste destructora. El salmista tuvo esta experiencia: «El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal.» (Salmo 91:1-3).
¡Moremos en el Señor – con toda sencillez y pureza, como la paloma – y no dejemos espacio para nada más dentro de nosotros!