La Biblia termina con la Nueva Jerusalén, la ciudad de Dios, que descenderá del cielo de Dios. Es el cumplimiento definitivo del plan eterno de Dios. Pero esta ciudad no desciende del cielo de repente y sin preparación. Más bien, se lleva preparando desde hace 6000 años y su edificación continúa hasta el día de hoy. Después de casi 6000 años de historia humana, la segunda venida del Señor Jesucristo es inminente. Cuando Él venga, comenzará el reinado de paz de mil años de Cristo en la Tierra. Durante este tiempo tiene lugar la Fiesta de las Bodas del Cordero. La Nueva Jerusalén aparece como la Esposa del Cordero:
«Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su marido.» (Apocalipsis 21:2).
Desde la restauración del cielo y la tierra en Génesis 1:3 hasta el 2:3, reconocemos tres etapas: 6000 años de humanidad, 1000 años de reino de paz, nuevos cielos, nueva tierra y la Nueva Jerusalén por toda la eternidad.
6000 años de humanidad
Desde Adán hasta hoy han pasado aproximadamente 6000 años. En la Biblia, el número 6 representa al hombre. Vemos, pues, que Dios le da al hombre 6000 años para llevar a cabo Su obra con él. Esta obra es la ciudad santa, la Nueva Jerusalén. Dios comenzó esta obra con los patriarcas. De Abraham se dice, por ejemplo:
«porque esperaba con anhelo la ciudad que tiene fundamentos, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios.» (Hebreos 11:10).
¡Ya Abraham esperaba la Nueva Jerusalén!
Con Moisés comenzó la época del Antiguo Pacto, en la que Dios recibió a todo un pueblo: las doce tribus de Israel. Dios también siguió trabajando con ellos en la Nueva Jerusalén. ¿Cómo sabemos esto? En Apocalipsis 21:12 se dice que los nombres de las doce tribus de Israel están escritos en las puertas de la Nueva Jerusalén. Por medio de ellos, Dios preparó la entrada a esta maravillosa ciudad, porque la salvación viene de los judíos (véase, Juan 4:22; Romanos 1:16).
Con Jesucristo comenzó la era del Nuevo Pacto. Al comienzo de Su ministerio, Jesús eligió a doce discípulos, que más tarde serían llamados los doce apóstoles de Jesús (excepto Judas, que fue sustituido por Matías; véase, Hechos 1:26). Estos doce apóstoles son los cimientos del muro de la Nueva Jerusalén (véase Apocalipsis 21:14). Vemos, pues, que esta ciudad celestial también se sigue edificando en el Nuevo Pacto. En otras palabras, la edificación de la Nueva Jerusalén se extiende hasta nuestros días. Los cristianos debemos dejarnos hoy transformar por la imagen de Cristo para poder encajar en la Nueva Jerusalén.
1000 años del Reino de Paz de Cristo
Después de casi 6000 años de historia humana, el regreso de Jesús es inminente. Entonces comenzará el Reino de los 1000 años en la Tierra. Como ya hemos mencionado, en este momento tiene lugar la Fiesta de Bodas del Cordero con Su pueblo. Sin embargo, no todos los cristianos tendrán acceso incondicional a esta Fiesta. Sólo entrarán aquellos cristianos que se hayan preparado conscientemente a lo largo de toda su vida. Esto lo vemos, por ejemplo, en la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25. Las diez son vírgenes, esto quiere decir, que todas son cristianos nacidos de nuevo. Pero sólo 5 son inteligentes y se preparan. Cuando llega el Novio, sólo las cinco vírgenes prudentes entran en las Bodas (v. 10). A las cinco necias se les niega la entrada. Jesús les dice: «No os conozco». No sólo se pierden las Bodas, sino que además tienen que ir a comprar aceite. Tienen que recuperar lo que desperdiciaron en vida. Serán arrojados a las tinieblas de afuera, donde habrá llanto y crujir de dientes (véase, Mateo 25:30). En otras palabras: quien hoy no sea transformado, tendrá que pasar por un gran sufrimiento más adelante, durante el Reino de los Mil Años. ¿Por qué? Para que al final todos seamos perfeccionados y encajemos en la Nueva Jerusalén.
La Nueva Jerusalén en la eternidad
Al final del Reino de los 1000 años, la Nueva Jerusalén desciende del cielo de Dios a la Tierra. En ese tiempo, todos los creyentes serán completamente transformados y perfeccionados. Son salvos por completo, como dice Hebreos 7:25. Desde ese momento, Dios ha alcanzado Su meta. La Nueva Jerusalén seguirá siendo la morada de Dios por los siglos de los siglos.
Conclusión
Por lo tanto, debemos reconocer que Dios alcanzará Su meta con nosotros, los creyentes. La pregunta es: ¿cuándo? ¿Nos dejamos transformar hoy? ¿Estamos edificando la iglesia según el modelo de la Nueva Jerusalén? Si hoy cooperamos con el Espíritu Santo y nos dejamos salvar por completo, como recompensa entraremos en las Bodas del Cordero. Si no es así, Dios tendrá que corregirnos durante el Reino de los 1000 años, para que todos podamos encajar en la Nueva Jerusalén. ¡Seamos sabios hoy!