Pedro, un apóstol de Jesucristo

Pedro es mencionado muy a menudo en el Nuevo Testamento. El Señor utilizó desde el principio a este hombre, para Su propósito e incluso lo convirtió en piedra fundamental del muro de la Nueva Jerusalén (véase Apocalipsis 21:14). Si nosotros tuviéramos que elegir a tal persona como colaborador, sin lugar a duda, elegiríamos a alguien altamente cualificado y con una educación de primera clase. Sin embargo ¿qué clase de persona era Pedro? Él era un simple pescador. Los pescadores de aquella época eran gente bastante tosca y, por lo general, sin educación. ¿Elegiríamos nosotros a un colaborador así? Probablemente no. Pero Jesús eligió precisamente a una persona así.

Un hombre pecador

Al principio del Evangelio, Pedro fue a pescar con Jesús. Después de no haber pescado nada en toda la noche, Jesús les mandó echar la red al otro lado de la barca. Una vez hecho esto, encontraron tantos peces que la barca corría el riesgo de hundirse. ¿Cuál fue la reacción de Pedro? ¿Proclamó con júbilo el gran milagro de Jesús por todas partes? No. Su reacción fue:

Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

Lucas 5:8

Todos los discípulos de Jesús eran conscientes de que eran indignos. La historia de la iglesia incluso dice que en su ejecución Pedro pidió a los verdugos que lo crucificaran boca abajo, ya que no era digno de ser crucificado de la misma manera que su Maestro. Jesús escogió a tales personas.

Todos los discípulos reconocieron interiormente que eran pecadores. El apóstol Pablo también reconoció esto. Aunque era uno de los mejores teólogos de su época y había aprendido de Gamaliel, se describía a sí mismo como el peor de los pecadores. Él dijo:

Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero.

1.Timoteo 1:15

La elección de Jesucristo no se basa en nuestra educación, sino que más bien tiene que ver con nuestra concienciación interior. Cuanto más conocemos al Señor, más nos damos cuenta de que no estamos cualificados para servirle. Esto es muy saludable. Si no comprendemos esto profundamente en nuestro interior, no podremos ser enviados como apóstoles por el Señor.

Transformación

Más tarde, el Señor le dio a Pedro una maravillosa revelación. Pedro reconoció que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente (véase Mateo 16:16-17). Inmediatamente Jesús cambió el nombre de Pedro (antes se llamaba Simón bar Jonás). Este cambio de nombre muestra la transformación. Pedro no iba a seguir siendo el mismo, sino que iba a ser transformado en una piedra viva que pudiera ser utilizada en la edificación de la casa de Dios. Esta transformación necesita tiempo y requiere muchas circunstancias, sufrimientos y pruebas. Sólo así podremos alcanzar la meta de nuestra fe: La salvación de nuestras almas (véase 1.Pedro 1:6-9). Jacob, en el Antiguo Testamento, también es un ejemplo de una persona a la que Dios le cambió el nombre (véase Génesis 32:28). Dios transformó a un antiguo estafador (Jacob) en un príncipe de Dios (Israel).

Negarse a sí mismo

Que Pedro aún no estaba completamente transformado en ese momento lo demuestra su reacción en Mateo 16:22-23. Inmediatamente después de recibir la gloriosa revelación sobre el Mesías, incluso el propio Satanás habló a través de él. ¿Cómo es esto posible? Pedro aún no había aprendido a negar la vida de su alma caída:

Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Porque el que quiera salvar la vida de su alma,  la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará.

Mateo 16:24-25 (VR)

Tenemos que aprender a negarnos a nosotros mismos (nuestro yo). Pero lamentablemente no hacemos eso, sino que estamos confundidos en muchas cosas y no sabemos cuál es la voluntad de Dios. Cuando estamos confundidos, esto demuestra que estamos en el yo. En el espíritu gobierna la claridad y no la confusión. Neguémonos a nosotros mismos, porque entonces también puede ocurrir la transformación.

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