La Palabra de Vida da luz
“En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.” (Juan 1:4-5, RV60). La Muerte y las tinieblas están íntimamente relacionadas. Existen muchas tinieblas espirituales dentro y alrededor nuestro. El hombre caído necesita la luz de la vida. Jesús dice en Juan 8:12 que Él es “la Luz del mundo” y que el que le sigue “no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida.” (LBLA). Sin luz, nadie puede vencer las tinieblas. El conocimiento no puede vencer a las tinieblas; ni tiene poder sobre ellas. Sólo la luz de la vida puede disipar las tinieblas. No os dejéis engañar en este punto. Dile al Señor de todo corazón: “Señor, quiero Tu vida. No quiero sólo conocimiento; sino que quiero tenerte a Ti como mi vida”. Si tuvieras que escoger entre el conocimiento o la vida, ¿qué elegirías? ¡Aprende a escoger la vida!
La religión cristiana corre el peligro, de que le pase como a la religión judía en tiempos de Jesús. Muchos han estudiado teología, se han convertido en auténticos maestros de la Biblia y expertos en la interpretación de las Escrituras, pero carecen del poder y de la luz de la vida. No reconocen a Cristo, “el Autor de la vida” (véase Hechos 3:15). Esta vida brilla y es Dios mismo. Esta vida es la luz de los hombres y trae a la existencia la realidad de Cristo en tu vida diaria.
Leamos 1.Juan 1:1 “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca de la Palabra de vida” (LBLA). Cuando el Señor vivió sobre esta tierra, muchos le escuchaban, pero dejaron escapar esta vida. Sólo percibieron la parte externa de la Persona de Jesucristo, pero no se dieron cuenta que esta Persona era la vida. Sólo unos pocos reconocieron que en Él estaba la vida. Uno de ellos fue Juan, éste escribió: “pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó;” (1.Juan 1:2, LBLA).
Juan escribió en su Evangelio que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros en Jesucristo (véase Juan 1:14). Cristo mismo era la vida; y los discípulos del Señor realmente experimentaron esta vida, la cual es la luz de los hombres. En todo lo que hacía y decía salía poder de Él haciendo muchas obras maravillosas. Esta vida se manifestó plenamente: Los discípulos vieron Su santidad, Su justicia, Su poder divino y Su gloria. Todo lo concerniente a esta vida fue manifestado en la Persona de Jesucristo. Mateo escribió: “El pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz, y a los que vivían en región y sombra de Muerte, una Luz les resplandeció.” (Mateo 4:16, LBLA). ¡Esta es la luz de la vida! Hoy en día, mucha gente conoce a Jesucristo únicamente como el Salvador, pero no, como la vida divina que mora en ellos. Sin embargo, para Sus discípulos, todo lo que Jesús hacia y expresaba era vida. Por eso Juan escribió que Jesús es la “Palabra de Vida” (1.Juan 1:1).
Tienes que ser consciente, que la Palabra de Dios te ofrece no sólo la salvación, sino también la vida. Al leer la Palabra por las mañanas, ¿qué es lo que ésta te aporta? ¿Te alumbra? ¿Te fortalece? ¿Te da fuerza para todo el día? No permitas que leer la Palabra se convierta en un mero acto religioso o una rutina para ti; donde simplemente la leas, cierres el libro y digas “Amén”, y eso es todo. Cuando vengas a la Palabra, ¡tienes que tocar al Señor viviente en ella! Entonces Su luz te alumbrará y te aportará vida. Producirá un efecto en ti! Esto es muy importante.