Otro de los aspectos que podemos ver en los capítulos cuatro y cinco de Apocalipsis, es la alabanza a Dios que le ofrecen los cuatro seres vivientes, los 24 ancianos y toda criatura, tanto en el cielo, como en la tierra.
Esta alabanza no está ordenada por Dios, sino que es la gloria y la reverencia que las criaturas de Dios le muestran. Poseen la percepción de que Dios es santo y justo, el Altísimo, el Supremo en el trono y vive desde la eternidad hasta la eternidad.
Y cada vez que los seres vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas. (Apocalipsis 4:9-11).
Nosotros también podemos percibir diariamente el poder eterno y la divinidad en las obras del Creador si observamos todo lo que Él ha creado y reflexionamos sobre ello.
En mi licenciatura, en ciencias agrícolas, obtienes una pequeña impresión, de todo lo que un organismo necesita para vivir. Existen diferentes funciones que se desarrollan en detalle hasta el nanómetro y requieren diferentes condiciones. Los científicos a menudo suelen llegar a la conclusión sobre un determinado pensamiento acerca de la naturaleza o un desarrollo que un organismo tiene que haber experimentado, paso a paso, hace miles de años.
Agradezco a mi Dios, que me conozca de una forma tan precisa, y creo que sabe lo que necesito, incluso antes de que piense o le pida algo, porque Él es quien me ha creado.
Es por eso por lo que, TODA la Alabanza, el Honor y la Gloria, sea en TODO momento a Aquel que está sentado en el Trono. Quien es Digno de recibirla de parte de cada uno de nosotros. Amén.
Él está entronizado en las alturas, pero al mismo tiempo ve tan profundamente en nuestros corazones, que puede salvar a los miserables y pobres de la perdición. Porque el hombre se marchita como la hierba en este mundo.
¿Quién es como el SEÑOR nuestro Dios, que está sentado en las alturas, que se humilla para mirar lo que hay en el cielo y en la tierra? Él levanta al pobre del polvo, y al necesitado saca del muladar, para sentarlos con príncipes, con los príncipes de Su pueblo. (Salmo 113:5-8)
En Jesucristo ha llevado nuestra enfermedad y sobre Sí mismo cargó con nuestros dolores.
El cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:6-8)
Jesús nos compró con Su sangre para Dios. Todos aquellos que ponen su esperanza en Él y creen en Él, pueden ahora gozarse todo el tiempo en Él.
Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a [caminar en] la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia. (2.Pedro 1:3-4)
¡Aleluya!
Alabaré al SEÑOR mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista. (Salmo 146:2)
Sí, incluso toda la creación alaba a Dios por Sus obras y alaba al Cordero, que quitó el pecado del mundo.
Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5:13)