Apocalipsis 8 – El séptimo sello es abierto: Los juicios de las siete trompetas
El séptimo sello contiene siete trompetas. En cada una de las trompetas, un juicio de Dios golpea la tierra.
Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Ap. 8:1-2
Pero antes de que comiencen los juicios de las trompetas, vemos una escena completamente diferente, que a primera vista, parece no encajar en el contexto:
Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Ap. 8:3-4
El incienso, que sube ante el trono de Dios
En Ap. 8:3-4 leemos que las oraciones de los santos, suben como incienso ante el trono de Dios. El incienso es un cuadro que representa la oración. Esto lo vemos también en el Salmo 141:2:
Sea puesta mi oración delante de Ti como incienso, el alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde.
Y en Ap. 5:8
… cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.
¿Para qué es necesario el incienso?
Por lo tanto vemos, que antes de que Dios comience a juzgar la tierra, se necesitan las oraciones de los santos. Y no sólo oración en términos generales, sino incienso. Esta es una oración, que se identifica y es completamente una con la voluntad de Dios. Por eso la Biblia la describe también, como una fragancia para el Padre. Esto muestra cómo disfruta el Padre, cuando oramos según Su voluntad. Sólo entonces Dios continuará llevando a cabo Su propósito sobre esta tierra. En relación con Su propósito sobre la tierra, Dios se ha hecho dependiente de nosotros los hombres. Él desea utilizarnos a nosotros los hombres, para llevar a cabo Su obra sobre esta tierra. ¡Qué gran tarea!
Oración por el plan de Dios
El hecho de que el altar esté en el cielo delante del trono de Dios, nos muestra, que es una oración conforme al deseo de Dios. Cuando oramos, a menudo damos prioridad a nuestros propios asuntos porque, por naturaleza, sólo nos centramos en nosotros mismos. Pero el propósito de Dios debe ser lo primero en nuestros corazones, entonces apartaremos nuestra mirada de nuestros propios asuntos y oraremos para que Su voluntad se lleve a cabo sobre la tierra. Esto no quiere decir, que nuestras preocupaciones personales ya no tengan cabida, pero la prioridad es otra. Tal oración es para Dios un incienso fragante, que asciende directamente a Él ante Su trono.
En Mateo 6, Jesús advierte a Sus discípulos acerca de que no repitan palabras vacías en la oración y les muestra un principio fundamental para la oración.
Jesús comienza en Su oración con:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, así también en la tierra como en el cielo. Mt. 6:9-10
El propósito de Dios está en primer lugar. Sólo entonces y a continuación de eso es cuando Jesús nos instruye, a que oremos por nuestras necesidades diarias.
No sólo fragante, sino también constante
Ya en el Antiguo Pacto había un altar de incienso en el tabernáculo del santuario, que estaba directamente delante de la entrada al Lugar Santísimo. En este altar sólo se podía ofrecer exclusivamente incienso.
En Éxodo 30:7-8 vemos, a qué hora los sacerdotes tenían que ofrecer el incienso, el incienso tenía que ascender cada mañana y cada tarde:
Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; lo quemará cada mañana al preparar las lámparas. Y cuando Aarón prepare las lámparas al atardecer, quemará incienso. Habrá incienso perpetuo delante del SEÑOR por todas vuestras generaciones.
Es una muy buena costumbre, tan pronto como nos levantamos, volver nuestra mente y nuestro corazón al Señor y dejar que el incienso suba al altar. También hay muchas ocasiones durante el día en las que podemos ofrecer una breve oración. No siempre tiene que ser una oración de un minuto, incluso recordar brevemente a Dios, puede ser incienso. Por la noche tampoco debemos dejar de orar, porque es un incienso constante.
El fuego del altar es arrojado a la tierra
La oración de los santos tiene un gran impacto:
Y el ángel tomó el incensario, lo llenó con el fuego del altar y lo arrojó a la tierra, y hubo truenos, ruidos, relámpagos y un terremoto. – Ap. 8:5
Ya en el capítulo 4 de Apocalipsis – en la visión del trono de Dios – vimos relámpagos, voces y truenos; que salían del trono de Dios en los cielos (cap. 4:5). A través de la oración de los santos, estas cosas no sólo suceden en el cielo, sino que vienen a la tierra (Ap. 8:5). Por lo tanto vemos que la oración de los santos tiene un impacto inmediato, es decir, trae el trono y el juicio de Dios sobre la tierra e incluso intensifica el juicio.
Transformación en nuestra forma de pensar para la oración
Necesitamos mucha transformación en nuestra forma de pensar. Como cristianos, estamos acostumbrados a ser “amables y simpáticos” y a orar siempre por el bien de todas las personas. Esto también es correcto – pero es sólo una parte. Pero aquí vemos que Dios quiere juzgar la maldad de esta tierra. Sin embargo, Dios sólo puede hacer esto si hay personas que oran por ello. ¿Cuándo fue la última vez que oraste para que Dios juzgara la maldad de los hombres en esta tierra? Los salmistas lo hicieron muchas veces (Salmo 9; 10; 35; 89; 94, etc.)
Seamos conscientes de que nuestra oración es incienso que agrada a Dios y hace que Su plan se cumpla en la tierra.