El Cristo que se manifiesta en los Evangelios es totalmente diferente al Cristo que se revela en Apocalipsis.
Aquí nos podemos plantearnos dos preguntas:
- ¿Qué Cristo preferimos?
- ¿Por qué el Señor se revela de manera tan diferente en Apocalipsis a como lo hace en los Evangelios?
¿Qué Cristo preferimos?
En cuanto a la primera pregunta, empezaré por mí mismo y me atreveré a decir que probablemente todos preferimos al Cristo que nos perdonó todas nuestras culpas, todas nuestras ofensas y nos salvó de la condenación eterna. El Cordero de Dios amoroso, que es comprensivo, simpático y bondadoso.
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.” (Isaías 53:6).
Por supuesto que esta es parte de la verdad, y es bueno que conozcamos al Señor de esta manera, como nuestro Precursor. Pero el Señor también tiene otro lado, que hoy queremos ver y conocer de forma más cercana y detallada en Su manifestación en el libro de Apocalipsis.
„Sus ojos como llama de fuego … En Su mano derecha tenía siete estrellas, y de Su boca salía una espada aguda de dos filos; Su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a Sus pies.“ (Ap. 1:14b, 16-17a).
Aquí empezamos a ver que de repente tiene ojos como llamas de fuego y Su rostro resplandece como el sol cuando resplandece con toda su fuerza, de tal modo que incluso hasta Su amado discípulo Juan, se desvanece y cae como muerto a Sus pies, ante una aparición de tal magnitud.
Entonces, naturalmente, surge la pregunta:
¿Por qué Cristo se muestra de forma tan diferente en Apocalipsis?
Cualquiera que lea Apocalipsis 2 y 3 rápidamente se dará cuenta de que el Señor está enojado, enfadado con el estado en que se encuentra cada una de la mayoría de las iglesias. La condición de la mayor parte de la iglesia es completamente corrupta:
- Éfeso ha dejado el primer amor por el Señor (Ap. 2:4).
- Pérgamo se ha casado con el mundo y mora donde está el trono de Satanás (Ap. 2:13).
- Tiatira tolera a la mujer Jezabel, que seduce a los siervos de Dios a la fornicación y a la idolatría, y ha conocido las profundidades de Satanás (Ap. 2:20, 24).
- Sardis está muerta (Ap. 3:1).
- Laodicea es orgullosa y tibia (Ap. 3:16-17).
Jesús se muestra como el Cristo refulgente, para que despierten y se arrepientan. Si Él se mostrara como el Cordero amoroso, nadie se arrepentiría. El Señor se preocupa profundamente por la condición de Su iglesia. A Él no le da igual, lo que hace Su novia. No debemos pensar, que nuestra condición actual, es mejor que el de las iglesias en aquel entonces. Él quiere que nos preparemos escuchando Su Palabra, arrepintiéndonos y venciendo por medio de Él. Sin la presión del Señor, nadie se arrepentirá, ni antes ni ahora.
Para que nos arrepintamos
„Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes.“ (Ap. 2:4-5)
¡Esta es una advertencia muy seria para todos nosotros! Por lo tanto, es saludable ver a nuestro Señor no sólo como el Cordero Salvador, sino también como el Cordero glorificado y lleno de poder:
„Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.“ (Ap. 5:6-7).
El Señor le dice a cada iglesia: ¡El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias! Al que venciere… (Ap. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 12, 21).