5. Cómo ofrecer a Cristo, como sacrificio espiritual – el fruto de nuestros labios
En el tiempo del Antiguo Pacto, los israelitas ofrecían sus sacrificios y ofrendas a Dios, sobre el altar, en el templo en Jerusalén. Después de preparar estas ofrendas, los sacerdotes prendían fuego a la parte de las ofrendas, que debían ser quemadas en el altar. El humo, que se elevaba era un “olor agradable para el SEÑOR” (véase Levítico 1:9, 13, 17).
Pero, ¿cómo practicamos esto hoy en el Nuevo Pacto? Respecto a eso dice La Palabra de Dios: „Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre“ (Hebreos 13:15). Este versículo es una cita de Oseas 14:2 “Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved al SEÑOR, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.” En el texto original hebreo, la palabra “ofrenda”, en este caso, significa literalmente “toro” – por lo que aquí dice: “…queremos presentar, los toros de nuestros labios como sacrificio”. En primer lugar, la frase “toros de nuestros labios” puede sonarnos extraña. Pero esta palabra de las Sagradas Escrituras nos muestra de forma clara, cómo ofrecer un sacriê cio: Hoy, en el Nuevo Pacto, debemos ofrecer a Cristo, la realidad de este “toro”, como un sacrificio espiritual a través de nuestras bocas. Por ejemplo, hemos experimentado en nuestra vida cotidiana a Cristo, como nuestro holocausto, todavía tenemos que ofrecer este sacrificio como “toro de nuestros labios”.
Vemos aquí, que nuestro trato con los sacrificios espirituales tiene dos aspectos. Por un lado, experimentamos a Cristo como los diversos sacrificios espirituales en la vida diaria. Por otro lado, tenemos que ofrecer lo mejor de este sacrificio, a Dios, con nuestras bocas. Sólo entonces puede surgir un “olor agradable” para el Padre. Pero, ¿cuándo es el momento apropiado establecido por Dios, para ofrecerle los sacrificios espirituales?
6. Cuál es el momento determinado para la adoración – La Fiesta en la mesa del Señor
La celebración de las Fiestas en el Antiguo Pacto, tres veces al año, corresponden a la Mesa del Señor, en el Nuevo Pacto, que celebramos cada primer día de la semana (véase Hechos 20:7). La reunión de la mesa del Señor, es el tiempo elegido, por Dios, para ofrecerle los sacrificios espirituales, para la adoración. En Mateo 26:17-29, Jesús instituyó Su mesa justo en el tiempo de la Pascua. Los creyentes deben celebrarla hasta que Jesús regrese de nuevo. Hoy, en el Nuevo Pacto, todas las Fiestas del Antiguo Pacto son resumidas en la mesa del Señor. Es la mesa del Señor donde recordamos lo que Cristo consumó y que Éste regresará como Rey.
Levítico capítulo 23 describe las siete Fiestas solemnes que Dios ordenó a Su pueblo. Estas Fiestas, que se dividen en dos grupos, nos muestran de una forma maravillosa:
- Lo que Cristo logró en Su primera venida
- Cómo nos podemos preparar para la segunda venida del Señor
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