Juan enfatiza que hemos recibido la unción del Santo. También podría haber escrito que la recibimos de Dios. Pero ¿por qué enfatiza “del Santo”? Juan quiere mostrarnos que la unción es muy preciosa y sensible. Pablo también dijo que no debemos contristar [apagar] al Espíritu (1Tes. 5:19). No debemos pensar, que la unción seguirá hablándonos, si nos ocupamos todo el día con cosas profanas. Si queremos experimentar más la unción, entonces debemos tomar ejemplo del Señor Jesús, de quien se dice:
Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por lo cual Dios, Tu Dios, Te ha ungido con óleo de alegría más que a Tus compañeros.
Hebreos 1:9
Aprender desde el principio a escuchar la unción
Cada creyente puede escuchar la unción. No necesitas muchos años de experiencia o un estudio bíblico para ello. Por el contrario, todos los que han sido salvos, deben aprender desde el principio, a no escuchar muchas voces, sino a la unción del Señor dentro de ellos. También tenemos que ser conscientes, de que siempre que uno se propone seguir adelante y avanzar con el Señor, el diablo enviará a muchos anticristos, para desestabilizar y desviarte de la meta. Así que desde el principio debemos aprender a escuchar la voz de la unción.
La unción nos enseña a morar en Dios
Juan escribe que la unción mora dentro de nosotros. Pero al mismo tiempo, la unción también nos enseña a morar en Dios. „Morar“ significa una comunión constante. No sólo debemos tener contacto con la unción de vez en cuando, como cuando vivimos en un piso compartido. A menudo, probablemente, oramos un poco, leemos algo en la Biblia o vamos a una reunión o a un culto. Pero ¿qué ocurre después de eso? Después de eso salimos de ahí y regresamos nuevamente a nuestras cosas, sin volver a tener en absoluto más comunión con el Señor.
La unción es para la edificación de la casa de Dios
Cuando Moisés elaboró el aceite de la unción, no sólo Aarón y sus hijos fueron ungidos con el aceite de la unción. Sino que toda la morada de Dios fue también ungida con el aceite de la unción. Esto nos muestra, que la unción no es principalmente, para que recibamos instrucción a través de ella sobre nuestra vida personal. La unción es para la edificación del sacerdocio y de la casa de Dios. Dios no derramó el Espíritu Santo sobre los discípulos en Pentecostés, sólo para que pudieran disfrutar del gozo y la paz del Espíritu. Lo derramó, para que los discípulos recibieran poder, para dar testimonio del Señor y ganar personas, para la edificación de la Iglesia. El Salmo 133 también nos muestra, que hay un aceite de unción especial, cuando la iglesia es edificada en el amor fraternal:
Cántico de ascenso gradual; de David.
Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía. Es como el óleo precioso sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, que desciende hasta el borde de sus vestiduras.Salmo 133:1-2